jueves, 23 de marzo de 2017

Yaiza Martínez: “Si nuestros cerebros se sincronizaran, la sociedad se transformaría"

¿Qué pasaría si, de repente, el cerebro humano cambiase, a causa del uso continuado y constante de las nuevas tecnologías de telecomunicación? ¿Y si, de pronto, el cerebro pasara a funcionar como Internet, conectándose con otros, aunque sin necesidad de artificios? Sin duda las consecuencias serían múltiples y sorprendentes. Sobre ellas habla la novela juvenil y de ficción “Interbrain” en clave de ciencia ficción, aunque con un claro matiz social y medioambiental implícito. Su autora es la escritora y periodista especializada en divulgación científica, Yaiza Martínez. La novela ha sido editada por Mandala Ediciones. Por Alicia Rodríguez. 

 

¿Por qué Interbrain? ¿De dónde viene el título de este libro?

Por un lado me lo inspiró la tecnología de la interfaz, que es aquélla que conecta el ordenador al cerebro. Por otro, que científicos del Instituto Max Planck de Berlín hayan comprobado que los músicos, al tocar unos con otros, generan conexiones interbrain, intercerebrales. Sus cerebros se sincronizan cuando tocan al unísono. Esto me sorprendió mucho cuando lo leí, el hecho de que nos conectemos unos con otros sin darnos cuenta, en tareas comunes; que exista una constatación de que sin dejar de ser múltiples, podamos funcionar como uno.

En 2010, otro estudio francés detectó algo parecido en interacción social. Se pidió a una serie de participantes, organizados por parejas y analizados con EEG (electroencefalograma), que imitaran los movimientos de mano de sus compañeros. En sus cerebros, esas imitaciones hicieron que emergiera una red intercerebral de sincronización, en la gama de unas ondas cerebrales llamadas ondas “mu”, vinculadas al movimiento.

Por último, Interbrain es un juego de palabras con Internet y brain (cerebro en inglés), que hace uno de los personajes secundarios de la novela al referirse a la interconexión cerebral a distancia entre los protagonistas de la historia, todos ellos jóvenes “desvanecidos” que cuando despiertan presentan aptitudes sorprendentes.

Esta interconexión se produce a partir de un sueño que los adolescentes de la novela comparten, siempre en grupos de cinco. Forman así nodos pentagonales, a imitación de los nodos de Internet (en informática y en telecomunicación, de forma muy general, un nodo es un punto de intersección, conexión o unión de varios elementos que confluyen en el mismo lugar). Quise reunir a los jóvenes de cinco en cinco para enfatizar el papel de la naturaleza en su proceso de transformación. Por un lado, por los cinco elementos: éter, fuego, agua, aire y tierra; por otro, por los cinco sentidos.

¿Qué papel juegan la ciencia y la tecnología en esta novela?

Son circunstanciales, porque están completamente imbricadas en la vida cotidiana de los protagonistas. Pero también son fundamentales, porque favorecen un cambio radical en la manera en que los jóvenes se relacionan con otros jóvenes, y con otras personas. De repente, los adolescentes son capaces de leer la mente de los adultos, por ejemplo, y en esto tiene mucho que ver la tecnología, más concretamente, las nuevas tecnologías de comunicación e información.

¿Entonces qué hipótesis propone Interbrain, vinculada a la sociedad y al lenguaje?

Propone la hipótesis de que la tecnología, en especial la de las telecomunicaciones, pueda tener un efecto inesperado en nuestra forma de comunicación. De pronto, en la ficción, el cerebro humano pasa a estar conectado con otros cerebros, sin necesidad de contacto físico de ningún tipo y, por supuesto, sin la ayuda de máquinas ni de conexiones artificiales. Para la sociedad, este cambio en el lenguaje, podría provocar una transformación radical que en Interbrain ya se esboza; una transformación para la que las estructuras sociales tradicionales podrían no estar preparadas.

Este cambio podría suponer asimismo una conexión entre individuos más profunda, una desaparición del yo –como lo entendíamos hasta ahora –, una mayor empatía (por una comprensión inmediata de las circunstancias ajenas); en consecuencia, también una mayor solidaridad, una apuesta por la cooperación y la organización en redes, por el desbaratamiento de las jerarquías, que pasarían a ser innecesarias.  

En última instancia, el libro apunta a que la naturaleza humana pueda dar un salto y convertirse en otra cosa, más evolucionada para bien. El germen de este salto, en esta ficción, se encuentra en la juventud. En ella aparecen potenciales inesperados susceptibles de activarse en cualquier momento, a pesar de las apariencias, que nos dicen que los jóvenes están “dormidos”. No están dormidos, están gestando el futuro, y para eso necesitan desvanecerse, “hibernar”. En el libro aparecen como crisálidas, a punto de transformarse en imagos.  

 

Entrevista completa en la revista Tendencias21

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